Juan Pablo Urcola
Había una vez, un barco remolón y muy gruñón que deseaba tener ruedas. Cada tarde desde la costa miraba y miraba a las muchas bicicletas que paseaban por la ciudad.
Una mañana de verano al despertar, decidió que de su labor como pescador de mar y una vez anclado en el muelle, concretaría su sueño de ser un barco bicicleta para poder pasear.
Cuando el capitán volvió de mucho pescar, dejó al resguardo su barco y su casa y se dispuso a llegar. El barco solito entonces al ver a una bicicleta pasar le silbó y la invitó a abordar. La bicicleta encantada subió sin chistar y su amigo el barquito la llevó por el mar.
Cuando el capitán volvió de mucho pescar, dejó al resguardo su barco y su casa y se dispuso a llegar. El barco solito entonces al ver a una bicicleta pasar le silbó y la invitó a abordar. La bicicleta encantada subió sin chistar y su amigo el barquito la llevó por el mar.
Unas horas pasaron y doña bicicleta se sintió mal, el barquito le dijo que el mar mareos provoca al que acostumbrado no está a navegar.
Una vez de vuelta en la costa el barco tomó coraje y se decidió a hablar, le dijo a doña bicicleta que como ella ruedas quería calzar, para poder pasear, pasear y pasear por la hermosa ciudad. Doña bicicleta prometió al barquito que le diría al capitán. El barco deseaba que su sueño se hiciera realidad y tener unas ruedas muy grandes para que pudiera andar y así los dos juntitos jugar, saltar y pasear.
A la mañana siguiente, el capitán se dispuso a pintar la madera de su barco que vieja estaba ya. Con tal propósito un remolque con ruedas hizo llevar y al barquito subieron con mucha felicidad. Lo engancharon a un tractor y lo sacaron del mar, y al despertar, el barquito asombrado se encontró en la ciudad.
Doña bicicleta lo vio pasar y con mucha velocidad y prudencia al barquito saludó cordial.
Aquel día fue muy especial porque por fin el barquito pudo disfrutar de sus sueño cumplido recorriendo la ciudad y con doña bicicleta jugar, saltar y pasear.
Gracias por publicar mi cuento en tu Blog. Saludos Juan Pablo Urcola
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