viernes, 18 de octubre de 2013

Sugerencia homelética - P:José María Doménec sdb

CICLO C – TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXIX
La fidelidad a la Fe verdadera nos permite superar todas las batallas de la vida y conseguir del Señor todo lo que verdaderamente necesitamos.
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¿Cuál es el cuestionamiento al que desea Dios que afrontemos? Es como si Dios nos dijera: ‘¿Uds.
creen en mí lo suficiente como para fiarse de Mí? De eso depende la vida, justicia y paz en la tierra’
Solo la Fe permite una seria fidelidad, es decir, una que mantenga la perseverancia en la oración
y las buenas obras, fruto de una intimidad atenta con Dios y al servicio del bien de los hombres,
sobre todo de los que necesitan el don de la vida y de la libertad en la verdad del Amor de Dios.
La confirmación ratifica la voluntad bautismal de vivir en Cristo y como Cristo en medio
de las dinámicas de la vida con sus beneficios e injusticias; propuestas enaltecedoras y ofertas
degradantes; aperturas ilusionadas y concretas a la paz y a la vida y tentaciones de muerte y
destrucción.
La verdadera oración no es negociación con el Todopoderoso para que haga lo que le
proponemos, sino diálogo, en confiada y cariñosa intimidad amorosa, con el Padre-Madre Dios
que nos guía y cuida para que lleguemos a su grandeza, para la cual Él nos creó a cada uno de
nosotros.
El fin más importante de la oración es esforzarse por comprender y vivir la Voluntad de Dios,
que es, con mucho, lo más valioso y seguro para nosotros y para toda la Humanidad. No tiene nada
que ver con la magia, el conjuro o la presión para lograr algo de una divinidad a nuestra medida.
La oración cristiana y la Fe van inseparablemente unidas: a mayor Fe, mejor oración. La
primera y más constante oración debería ser: “Auméntanos la Fe” y la segunda, “¡Hágase tu
Voluntad!”, pues todo lo demás vendrá por añadidura, ya que Dios es Padre personal de cada uno
de nosotros.
Jesús nos invita a no cansarnos en nuestra oración y buenas obras de conversión y servicio:
¡jamás bajar los brazos por duro y difícil que parezca lo que ansiamos o pedimos!
Perseverar en la oración confiada y en el esfuerzo por superar las dificultades, eso es creer
Es necesario enfrentar los momentos difíciles, pero sin descuidar la oración.
Para vencer todo mal, la oración en la Fe debe ser perseverante, pues eso nos abre a la verdad
del Amor de Dios y, en ella, a la libertad de su Amor y, con este Amor llega, sin duda, la Victoria.
La Palabra de Dios escuchada con perseverancia, nos educa en la Fe y en la fidelidad para el
bien
Lo substancial de la vida cristiana es la Fidelidad al Señor, que vive y se alimenta de la Fe en Él.
La mejor ayuda para afianzar la Fe en todo momento es meditar cada día la Palabra de Dios.
Ella nos prepara, guía y educa para todo servicio real que busque el bien-salvación de los hermanos.
La justicia de Dios, nacida de su Amor eterno e incondicional, es más eficaz que toda injusticia
Entre los judíos, el juez lo era todo y la viuda, nada, dependía de la buena voluntad de los demás.
Con la perseverancia en su fe y la súplica insistente, la viuda logra lo que creía que era justo.
Jesús nos invita a orar sin desalentarnos, pues Dios atiende al que ora con perseverancia.
Pero actuar así exige una Fe en renovación constante; Fe que sabe confiar en quien nos ama
sin condiciones y busca siempre y solo lo mejor para cada uno de nosotros, sus hijos amados.
Pidamos a María nunca ‘bajar los brazos’ en la oración y hacer de la Palabra nuestro alimento.

P.José María Doménech sdb